Tu página habla de ti.
Lo he pensado bien: necesito una web para mi negocio; sé lo que quiero invertir en ella y lo que esta inversión debe reportarme. Ahora tengo que explorar las opciones. Ciertamente, hay en el mercado un montón de plantillas prefabricadas de serie. La publicidad –por todas partes- me dice que me ponga –“busca foto, elige texto, pon tu logo…”-, que es muy fácil, muy rápido y nada caro…. Soy un defensor acérrimo del “hazlo tú mismo”. Ay, pero yo soy panadero (sí, bueno, y contable, y administrador, y jefe de suministros, y negociador con los bancos…); ni joyero, ni mecánico, ni electricista, ni arquitecto, ni fabricante de piezas para ovnis, ni diseñador, ni programador web…, lo mío, lo que de verdad sé hacer bien, es pan. Aunque soy muy apañao…
Me informo mirando en Internet. Entro en mi red social; cómo es la casualidad…, me topo con un montón de comentarios al producto de una de esas empresas que anuncian plantillas en la tele a todas horas: uff, si lo más bonito que les dicen es ... Huyendo de tanta pasión y, decidido a no dejarme mediatizar, más tranquilamente, empiezo a hacerme preguntas y a averiguar las respuestas. Por ejemplo:
¿Cuántas horas voy a necesitar para esto? Sí; hasta que me familiarice con esa plantilla, y decida dónde colocar cada elemento, ¿cómo sé a qué parte de mi página web mirarán los visitantes? ¿Mi tiempo no cuesta nada? ¿No será un churro lo que me salga? Y a esa empresa que me vende la plantilla lo mismo le da que le dan lo mismo las horas que yo pierda en experimentos web. Mira que así como te presentes, así te verán millones de personas, y ¿a que a mí no me gusta salir a la calle de cualquier manera? ¿A que sé perfectamente lo importante que es que mi vehículo, mis instalaciones y mi apariencia den una buena imagen de mí y de mi negocio?
Otra cosita…
La publicidad me dice que su coste es muy bajo… Pero me doy cuenta de que los recursos que traen de serie esas plantillas son bastante pobres y yo, si quiero una web, es porque tengo unos objetivos, y, si necesito opciones o funcionalidades extra, el precio va subiendo… si es que las tienen.
Vale, pues ya le he echado un rato, pero al menos he decidido no meterme en camisa de once varas y seguir a mis panes y mis cuentas: yo, de entrada, no me comería un pan hecho por un informático. Ahora me voy a una de esas empresas que las preparan en un santiamén, y que comienza cantándome las bondades de esas plantillas, sí, sí, pero yo sigo teniendo muchas preguntas y necesito más respuestas, que, al final, es mi imagen, mi web, y mi dinero…
Pregunto si es posible que salgan diseños repetidos –con lo que mi presencia en internet iría de uniforme, puede que con alguno de mis competidores :-O: me responden que, siendo una plantilla… Pregunto qué pasa con ese nombre extraño que aparecería en mi página, me responden que es el del diseñador que la hizo: como no cobra, exige que aparezca su nombre, en mi web. Pregunto qué pasa si mañana quiero llevarme mi web a otro proveedor de hosting, me contestan que eso será imposible… ¡estoy pillado! ¿Y qué pasa con mis contenidos, mis fotos, mis logos, mis lemas, mis presentaciones, mis artículos? Mis cosas, los elementos de mi negocio, van a estar colgados de esa web…. Al parecer, no soy el único que tiene el control sobre mi sitio web, y he de seguir ciertas normas si no quiero que me bloqueen mis contenidos… Esto aún me gusta menos, y, para colmo, leo también en los foros –porque no quiero mi inversión en terreno resbaladizo- que los patrones de posicionamiento en los primeros puestos de los buscadores que traen esas plantillas pueden no funcionar; hay quien asegura que, de hecho, no funcionan…
Cuando, finalmente, pregunto el precio, convencido de que tanta concesión y tanta renuncia tienen que abaratarlo mucho, me sorprende comprobar que, a todo esto, los costes se han disparado de una manera que yo ni siquiera hubiera podido sospechar.
Consulto con la almohada. De verdad, ¿cuánto me ahorro? ¿No sería una pesadilla invertir en una web invisible de la que no pueda disponer? O ¿tendré que rezar todas las noches al santo de las plantillas –seguro que lo hay- para que no salga pronto y cerca un diseño como el mío? No me hace gracia jugar con la identidad de mi empresa.
Y entonces, vuelvo a la carga: ¿cuánto me costaría dar una imagen exclusiva, en la que desde el primer paso del diseño –cada trazo del boceto- hasta la programación –cada línea de código- cuide mi imagen y mi identidad, con soluciones a mis necesidades, mis perspectivas, las diferencias entre mis ideas y enfoques y las de mis competidores? Ellos también se mueven…
Vale, por fin me aclaro. Y ahora que he podido hablar con personas que no me remiten todo el tiempo a las limitaciones de la plataforma de un proveedor de internet lejano, que puedo ver las caras de quienes van a diseñar y a programar mi web y ellos a mí, ahora que sé que tengo presupuesto para mi web a medida, la pregunta es ¡¿por qué no habré empezado por ahí?! Pues es que me habían dicho que la programación a medida es muy CARA y yo, como otras tantas cosas, me lo había creído. Sólo ahora, después de haber comparado, he podido comprobar a mi gusto que NO ES ASÍ.
La imagen web que proyectamos es consustancial a todo el modelo de negocio, indica el respeto y la consideración mostramos por este modelo y por nuestros clientes, actuales y potenciales. A éstos, nuestra imagen web les señala el tipo de negocio que tienen delante, el nivel de atención y calidad que deben esperar de nuestros servicios, así como la apariencia que darán ante los demás al entrar en él…
Yo soy yo; mi negocio es único y es mi negocio, y ahora sí lo tengo claro: mi web será mi web.