Hace unos días pasamos un rato con nuestro amigo Ricardo Reyes, de cuya colección ya habéis visto un montón de antiguas fotos procedentes del Fotoestudio que su abuelo José Reyes abrió en Guadalajara en 1925 y que él mantiene en funcionamiento en la actualidad.
Como nos encantan las fotografías antiguas, y en especial las que tienen que ver con lugares en que vivimos y conocemos bien, empezamos a ver más fotos del enorme archivo de su abuelo, mientras nos hablaba de las cosas que había oído de él. Paramos en unas fotos de los jardines de la Real Fábrica de Paños de Brihuega, que datan de 1815 y hace poco se han reabierto al público, tras unas obras de acondicionamiento para sacarlos del abandono en que se encontraban. Ricardo nos contaba, y casi podíamos ver a su abuelo llegando a Brihuega durante los años 20, cargado con todo su equipo: trípodes, las diversas piezas de la cámara que luego había que montar, los portaplacas llenos de pesadas placas...
- Trabajaban en formatos muy grandes, 13x18 o x12 los más pequeños... Llegaban a formatos de 24x30... No sólo era el peso, sino el volumen inmenso de todo el equipo, tremendo para el transporte.
Igual que ahora, que llevamos la cámara -y no sólo, nooo- en un pequeño aparatito inteligente en el bolsillo, comentamos.
- Contaban como mucho con 8 disparos, o sea, 8 fotos...
Ahora hacemos no sé cuántas fotos del tirón, donde sea y sin mirar casi: si alguna nos gusta, genial, si no las tiramos a la papelera virtual (pobrecilla, lo que traga). A saber dónde terminan esas joyas...
Así que el fotógrafo llegaba cargadísimo al pueblo y, primero, tenía que echar un buen vistazo por todas partes, para localizar qué lugares eran más dignos de esos 8 -como mucho- disparos. Y pensar por dónde empezar: siempre por los más interesantes, tras pequeños estudios de iluminación, enfoque... etc.
- Todo era mucho más estudiado, más detallado, también menos espontáneo e inmediato que ahora, pero más delicado, más artesanal: el valor de una fotografía era otro...
Y, cuando el fotógrafo regresaba y descargaba en el laboratorio, había mucho más trabajo: revelar las placas -el negativo-, seleccionar las mejores, positivar y hacer la foto ya real, en papel... Hoy, los fotógrafos profesionales, en lugar de meterse en la cámara oscura, terminan el trabajo en su ordenador.
- Es lo práctico y cómodo de la tecnología actual, en contraste con el trabajo y el romanticismo de aquel momento... Todo era más reflexivo y calmado. No, el valor de una fotografía no es el mismo.
Siempre nos han gustado las fotos antiguas, pero después de eso ya no podemos mirar de la misma forma las fotos de José Reyes en los jardines de Brihuega.